domingo, 2 de mayo de 2010

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Las enseñanzas de Quetzalcóatl

Por los imprecisos senderos de los cielos y la tierra, se advertía la huella de los pies de los dioses.

Los habían visto cerca de las estrellas, de los cielos y de las vastas latitudes del Universo.

Los dioses habían observado que todo era belleza en los cielos y en la tierra, pero que estaban vacíos.

Los cielos estaban sin dioses y la tierra estaba sola. ¿Quién oiría su voz? ¿Quién les rendiría admiración? ¿Quién los buscaría?

Quetzalcóatl externó su pensamiento: bajarían del Omeyecualiztli a Cipactli y Oxomo, los semidioses. Ya había otro lugar, que no sería el cielo, en donde sus hijos y los descendientes de sus hijos, que carecían del don de la inmortalidad, pudieran habitar.

Y los dioses, convencidos del razonamiento expresado por su hermano, durante el sueño de los esposos, los condujeron a su nuevo reino: la tierra.

Cuando Oxomo y Cipactli despertaron, se encontraron frente a un mundo desconocido, en donde había árboles con hojas nuevas, botones y nidos. Flores que despedían su perfume al viento, ríos dormidos, álamos blancos y verdes sauces, el trino del ave entre los breñales, el murmullo del agua dormida, el grito del pinar en el fondo del barranco, la llanura cruzada por infinitos caminos, la abeja zumbando, la mariposa de pintadas alas revoloteando en torno a la flor, el pájaro volando de rama en rama, y agitando sus alas la irisada libélula.

Oxomo y Cipactli respiraban hondamente de satisfacción.

¡Qué mundo más maravilloso!

Oxomo y Cipactli se quedaron mudos de asombro. Y cuando éste aún no desaparecía, se perfiló a su lado el dios Quetzalcóatl.

Los dos le hicieron una reverencia.

Quetzalcóatl iba en misión divina.

Cipactli debería labrar la tierra, ocupar siempre su tiempo en el trabajo porque el ocio era un vicio que causaba muchos males. Allí, frente a él, se extendía la tierra pródiga, negra, tierra que olía a humildad y a ruego.

Y Quetzalcóatl le ordenó:
- Tendréis el deber de gobernar vuestras sementeras, vuestros campos sembrados.

“Pondréis el mayor cuidado en lo tocante a la agricultura, porque la tierra os proporcionará todas las cosas y no exige que le deis de comer o beber, pues ella tiene el cuidado de criarlas.

“Debéis sembrar y cultivar porque, ¿con qué mantendréis a los de vuestra casa? ¿Y con qué os mantendréis vosotros mismos?

“Conviene que tengáis cuidado de las cosas necesarias al cuerpo, como son los mandamientos, esto es, el fundamento de vuestro existir, pues acertadamente, se llama Tonacayotl, que quiere decir 'nuestra carne y nuestros huesos', porque por él vives, te esfuerzas, andas y trabajas.

“Esto da alegría, porque es vida, es sustento.

“No hay hombre en el mundo que no tenga necesidad de comer y beber.

“El mantenimiento de cuerpo conserva en peso a cuantos viven y da vida a todo el mundo.

“Los mantenimientos corporales son la esperanza de sustento de todos los que viven.

“Y tú, Oxomo, hilarás y tejerás.

“Observad la paciente trama de la araña. Allí está, trama que trama, nunca se cansa. Si aprendéis la trama, tejeréis redes para Cipactli, para que le sea más fácil la pesca, y si con su urdimbre tejéis una tela, tendrás vestidos, y seréis como la araña, siempre tejiendo. Así, siempre estaréis tejiendo, siempre hilando.

Quetzalcóatl, el dios de la sabiduría, le enseñó pacientemente a fijar los cuatro puntales sobre la tierra, a mover el hilo y a tejer a tela.

Luego le mostró los enhiestos tallos de las trepadoras, eran tallos dúctiles, con corolas perfumadas, a los que, al quitarles la corteza, se obtenía la fibra necesaria para hilar.

Y Oxomo, iniciada por Quetzalcóatl, el dios bueno, conoció el maravilloso arte del hilado y del tejido.

El dios había desaparecido.

En la espesura, ¡qué agilidad de alas había! ¡Qué armonía en las gargantas de los pájaros, y sobre las corolas, qué gracioso revuelo de mariposas!

Oxomo y Cipactli, tomados de la mano, emprendieron el camino hacia la laguna, y tras ellos iban las garzas, las liebres y los conejos.

Bajo el cielo azul todo era luz y alegría.

2 comentarios:

  1. Me agradaría saber en qué orden leer estos relatos. ¿O es posible leerlos conforme están aquí ordenados?
    Atte Dragona de la suerte

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  2. Hola Dragona de la suerte, el orden en que se deben leer los relatos en conforme se van publicando, es decir, puede dar clic en la etiqueta Mitología (te llevará a http://belenoth.blogspot.com/search/label/Mitología) y luego dar clic en Entradas antiguas y de ahi leer la primera de todas, cuya liga es http://belenoth.blogspot.com/2009/07/el-mundo-magico-de-los-dioses-del.html

    Que disfrutes la lectura de algo que tú misma has ayudado a subir.

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