viernes, 23 de diciembre de 2011

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Un paseo por los cielos

Los cuatro dioses vivían alejados, cada uno se había encerrado en su reino.

Camaxtle estaba siempre en la región del Este, ocupándose del nacimiento de la primavera y de la renovación del mundo vegetal. Y no sólo empleaba su tiempo en esos menesteres, pues además se adiestraba en el trabajo de los metales y piedras preciosas, fuera de practicar la caza.

Tezcatlipoca, en la región del Norte, desmadejaba su hastío adiestrándose en las artes de la peletería y el tejido de pluma, además de entretenerse haciendo mil travesuras, debido a su festiva juventud y a su gran alegría.

Quetzalcóatl, en tanto, en la región del Oeste, dejaba transcurrir plácidamente los días, pues además de cultivar con amor todas las flores de los jardines celestes, pasaba el mayor tiempo meditando y orando, dones inherentes, como que él era el patrón de los sacerdotes y de los ritos religiosos.

En cambio, del dios Huitzilopochtli, también llamado Omitéotl, el dios hueso, poco se sabía.
Él siempre estaba oculto en la región del Sur, y sus hermanos suponían que a su fealdad de esqueleto se debía ese aislamiento, aunque sospechaban que su hermano se adiestraba para la guerra y siempre estaba alerta a las señales del tiempo, para estar seguro de que serían benignas las cosechas, las cacerías y las expediciones de conquista.

Pero sucedió que un día los dioses recibieron una invitación, por parte de Tezcatlipoca, para recorrer las amplias extensiones de los cielos, ya que había nuevos habitantes en ellos.

Y fue entonces cuando todos quedaron sorprendidos al admirar a su hermano Huitzilopochtli, quien después de seiscientos años lucía hermoso, pues su esqueleto estaba totalmente cubierto por carne color azul.

El señor del Sur caminaba con paso gallardo, ya que no era un esqueleto.

Aquel primer dios llamado Omitéotl, lucía pródigamente hermoso. Era fuerte y se sentía seguro, y después de alabarle y felicitarle, sus hermanos y él se dirigieron a los ámbitos celestes.

El primer lugar que visitaron fue el cielo en donde habitaba el dios del Fuego, el viejo Huehuetéotl, quien ya no estaba solo pues lo acompañaba Icozauqui, el cariamarillo señor de la luz amarilla, rubia o de oro. Xiuhtecuhtlitletl Señor del año y del fuego, Cuecáltzin, el señor de la Casa de la Llama de Fuego, Ayamictlan, el que nunca destruye, el que nunca muere, el eterno.

Además allí estaban los servidores de tan grandes señores: Xoxoauhqui Xiuhteuctli, el fuego azul; Xocauhqui Xiuhteuctli, el fuego amarillo; Iztac Xiuhteuctli, el fuego blanco y Tlatlauhqui Xiuhteutli, el fuego rojo.


Luego, solícito, Tezcatlipoca les mostró a los guardianes del cielo creados por Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl, sus padres, que eran sólo dos hermosas estrellas, Citlaltona, -luz de estrellas- el varón, y su compañera Citlalnima.

Luego, los cuatro dioses llegaron a donde estaba el dios de la muerte, Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacihuatl, quienes, como el dios del Fuego, ya no estaban solos, pues los acompañaban Ixpeuxtequi – el que tiene el pie roto – y su compañera Nexoxocho – la que arroja flores -, Nextepehua – el que esparce cenizas – y su esposa Micapetlacoli – caja mortuoria.

Luego, el dios Tezcatlipoca les llevó al quinto cielo en donde él había creado seres de cinco colores: amarillo, negro, azul, blanco, rojo; después, el dios de la providencia les condujo al cuarto cielo, donde existía una gran cantidad de aves de todos colores, y aves de trino, cuyo delicioso gorjeo producía sonidos inimaginables, las cuales bajaban a la tierra a lucir la gala de sus plumas policromas, y por último, el dios que estaba en todas partes, les condujo al segundo cielo en donde habitaban las espantosas Tezaucihuatl, en forma de esqueletos, que cuando el mundo se acabara bajarían a comerse a los hombres.

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Creación de los gigantes

Los cuatro dioses formados con la esencia del dios creador, viendo que el primer medio sol creado por Quetzalcóatl, salía por el Oriente y tan solo llegaba a la mitad del cielo para luego regresar al mismo lugar de su procedencia, y por tanto, no alumbraba lo necesario, decidieron que Tezcatlipoca se convirtiera en nuevo sol.

En esta época es cuando los dioses decidieron crear más seres que habitaran la tierra, ya que en el paraíso terrenal, la vida era sedentaria, monótona, “una vida igual”, con sólo cuatro moradores: Cipactli, Oxomo, Piltzintecuhtli y Xochiquetzal.

Los habitantes del cielo consideraron que Piltzintecuhtli y Xochiquetzal aún era árida, como las infecundas tierras del dios Teotlale, señor de los desiertos.

Los dioses comprendieron que los escasos habitantes de la tierra, por vivir en la abundancia y el esplendor, no deseaban nada, no soñaban en nada, vivían como los animales, y esa no era la clase de vida que ellos deseaban que floreciera sobre la tierra.

Pero Cipactli, Oxomo, Piltzintecuhtli y Xochiquetzal vivían tranquilos. Su vida era silvestre, fácil, blanca.

Los cuatro hijos de la pareja divina, a pesar de la tranquila existencia de los habitantes de ese mundo recién creado, decidieron forjar otros seres distintos de los semidioses. Y ni tardos ni perezosos, crearon unos seres desconocidos, monstruosos, terriblemente desconcertantes.

Su morada serían las cuevas que abundaban entre la fecunda vegetación. Treparían por las peñas como animales salvajes y su mirada sería cruel, como la de las fieras.

Ellos no serían modelados bella y finamente, como los primeros habitantes de la tierra, serían toscos y extraños.

Y al tiempo que lo pensaron los dioses, lo hicieron, y los hombres forjados por ellos eran unos gigantes de cabello suelto y enmarañado, de toscas manos y pies y, sobre todo, de expresión cruel.

Y cuando los pusieron sobre la tierra, los pájaros cantores enmudecieron y quedaron azorados, expectantes sobre las ramas, las liebres y conejos se ocultaron en sus madrigueras, y el venado desapareció raudo tras la maleza. Los sorprendidos habitantes del paraíso terrenal les miraron desgajar los árboles, arrancar las rocas de las montañas y emitir incomprensibles sonidos guturales. ¡Estos nuevos seres eran espantosamente fuertes y repugnantes!

Cipactli y Oxomo, asustados, echaban suertes con los granos dados por Quetzalcóatl, intentando rasgar el misterio de esos nuevos habitantes de la hermosa y quieta tierra.

Piltzintecuhtli y su compañera Xochiquetzal, les espiaban azorados. Así descubrieron que sólo se alimentaban de bellotas de encino y que vivían en las más lóbregas cuevas.

Y sobre la tierra surgió el pavor y la zozobra.

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Xochiquetzal, la compañera

Piltzintecuhtli, el Señor Niño, había llegado a la edad que le transformaría en un hermoso joven.

Piltzintecuhtli, el hijo de Cipactli y Oxomo, era un hombre de perfecta salud e inteligencia despierta.

Por tanto, Piltzintecuhtli había llegado a la edad en que necesitaba compañera.

Los dioses creadores, que habían estado atentos al crecimiento del hijo de los primeros pobladores de la tierra, estuvieron de acuerdo en que tan esbelto y bello joven necesitaba conocer el amor, empero, los dioses se encontraron ante el problema de que por ser Piltzintecuhtli poseedor del don de la inmortalidad, por ser hijo de semidioses, ¿dónde encontrar esposa adecuada? ¿Dónde hallar la compañera digna de su protegido?

Y después de mucho pensarlo, resolvieron que la compañera del joven debería ser formada de los cabellos de la diosa Xochiquetzalli, la diosa de la belleza y del amor.

Los cuatro dioses se dirigieron, por ello, hasta donde la diosa más hermosa del cielo y de la tierra, dormía con sueño de ilusión.

La señora de las flores y el amor sonreía plácidamente. ¡Estaba tan bella!

Tendida sobre colchas de nubes, salpicadas de estrellas, rodeada de rosas encendidas, ella misma parecía otra rosa, mucho más fragante, mucho más delicada, mucho más fina.

Tezcatlipoca se acercó cautelosamente hasta la diosa, cuya cabellera se desbordaba del manto de nubes y estrellas, como larga cauda de sombra negra, muy negra, y con mano firme cortó unas guedejas de su linda cabellera, para después sigilosamente, regresar hasta el lugar donde lo esperaban los demás dioses.

Cuando las tuvieron en su mano, al instante las empezaron a frotar.

Eran guedejas con suavidad de pétalo, olor a jazmín en flor y frescura de rocío.

Y después de macerarlas y mezclarlas convenientemente, empezaron a modelar a la mujer que sería la compañera de Piltzintecuhtli, la que modelaron a semejanza de Oxomo.

Y al nuevo ser le dieron el tinte de la tierra y le hicieron el cabello negro, muy negro.

La creación era perfecta, fina, delicada, de contornos ondulantes. Pero allí estaba, inmóvil, por lo que los dioses, para darle movimiento, soplaron sobre su nariz y luego le mandaron caminar.
¡Qué armonía en el andar!
¡Qué donaire! ¡Qué suavidad!
¡Qué gracia! ¡Qué dulzura!
¡Todo en ella era perfección!

Y la llamaron Xochiquetzal –flor quetzal.

Luego los creadores presentaron su obra a sus padres divinos y a los demás dioses, y los habitantes de los cielos contemplaron extasiados la belleza esplendente de aquella joven mujer.

Todos estaban de acuerdo en que aquel nuevo ser sería la perfecta compañera de Piltzintecuhtli, y cuando todos los ahí presentes estaban más embelesados con Xochiquetzal, llegó Tlazoltéotl, la diosa de los amores impuros, quien dijo:

–Para vuestra satisfacción, ¡oh hijos de los dioses de la dualidad!, vuestra obra es perfecta y elogiosa, pero yo, la diosa de los torpes amores, también admiro la innata gracia de esplendor que ha surgido de vuestras manos. Mas ha llegado la hora de que junto con la bella creación nazcan el dolor, la aflicción, la pena, la congoja, así como el deseo, la posesión y el deleite sensual.

“Como mortal, Xochiquetzal, iniciadora de la descendencia de los habitantes de la tierra, conocerá ella, sus hijos, y los hijos de sus hijos, la noción del dolor y el deseo que le hará poseer la idea perfecta de la verdadera felicidad. ¡Porque el dolor es necesario! El hombre de dulce, lo que es negro y lo que es blanco, lo que es luz y lo que es sombra, así como también debe de conocer el deseo, el deleite sensual que exalte los sentidos y que le haga llegar a la pasión desbordada, al amor exacerbado. ¡Esos serán dos de los nuevos atributos de los hombres!

Y después de que Tlazoltéotl, la diosa de los amores impuros, guardó silencio, los dioses callados y pensativos tomaron entre sus manos la fina obra de su creación y la colocaron sobre una brecha de la tierra, soplando afanosamente sobre los ojos, sobre el cabello, sobre la boca, sobre la nariz y en los oídos, aguardando tras un macizo de jazmines floridos, el esperado encuentro.

Xochiquetzal, lo primero que hizo al abrir los párpados, fue mirar complacida su rostro, reflejado sobre las aguas inquietas de la cercana corriente.

Piltzintecuhtli, que llegaba al río en busca de sus amigos, los pájaras cantores, se detuvo sorprendido al descubrir en el esmaltado espejo de las ondas movibles, un hermoso rostro que parecía sonreírle.

Y al descubrir a Xochiquetzal, comprendió al instante que ella era la elegida por los dioses para ser su compañera. ¡Ya no estaría solo! ¡Ella era el principio de la creación terrestre! ¡Ella sería la flor más preciada de la especie humana!

Y Piltzintecuhtli conoció la felicidad.

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Los dioses secundarios

Gran alboroto había en el taller sagrado, el Tlacapillachihualóyan.

Ometecuhtli y Omecihuatl, en silencio, presenciaban la obra de sus hijos.

Los dioses iban y venían modelando una figura femenina y la llamaron Xochiquetzalli, –flor preciosa – representación de la belleza.

Los dioses, con suavidad y amor, fueron modelando a la diosa más bella del Universo, a la personificación de la belleza y el amor, a la diosa de las flores y patrona de las labores domésticas.

La forjaron joven y hermosa, con el cabello cortado a la frente y a la espalda; zarcillos de oro, y en la cabeza, por diadema le colocaron una trenza de cuero rojo con penachos de plumas verdes de quetzal.
Además le colocaron camisa muy labrada, azul con flores tejidas y plumería, y falda de muchos colores.

Cuando los dioses acabaron de crearla, quedaron estupefactos ante tanta belleza. ¡La diosa era joven y perfecta en su hermosura!

Al verla, Tezcatlipoca exclamó:
– ¡Hé aquí nuestra más esplendida obra! Es la suma de lo perfecto. Ella simbolizará la eterna primavera. Diosa como ésta no habrá jamás en todos los cielos. Será patrona de los plateros, pintores, tejedores de pluma y, en general, de todas las artes agradables. Ella será diosa del amor y las flores, será como las rosas que deseo que luzca en ambas manos.

Pero a tan excelsa diosa había que darle compañero, por lo que volvió la actividad al taller sagrado.

Algo así como un zumbido de insectos se escuchó. Ocho manos divinas iban modelando un cuerpo joven y varonil, decorando su piel desnuda con flores de diferentes especies, flores policromadas y preciosas mariposas.

Los dioses sonreían satisfechos al observar al dios compañero de la Flor Alada, de la diosa incomparable, era hermoso y joven y se llamaría Xochipilli, ¡el príncipe de las flores!

Él sería dios del amor, del baile y los deportes. Él sería el símbolo del verano y la alegría, de la abundancia de las flores y las cosechas.

Y al hermoso príncipe de las flores, lo ataviaron ricamente. Como dios del baile, le cubrieron el rostro con una máscara. En las orejas le colocaron unos discos de jade, lo engalanaron con collares y ajorcas de piel de tigre, de los que colgaban garras de la fiera.

En los antebrazos le colocaron brazaletes de oro, y en las muñecas, cintas anudadas. En sus pies colocaron sandalias y luego le pusieron el maxtle y la preciosa capa orlada de plumas, que tenía en la parte superior una flor. Por último, los dioses colocaron en sus manos ramilletes de flores y la sonaja del baile.

Terminada su obra, los dioses comprendieron que era muy bello el dios del placer, de las fiestas y las frivolidades. Y no se podía negar que los dioses, Xochiquetzalli y Xochipilli, eran perfectamente hermosos.

Y tras estos dioses crearon otro que llevaría el nombre de Macuilxóchitl –cinco flores– el que sería señor de la danza y el canto, dios de la juventud, dios de la vida, del juego, la música y la poesía.

Le forjaron desnudo y teñido de bermejo. Le pintaron la barba y la boca de blanco, negro y azul claro.

En la cabeza le colocaron una corona verde claro con penachos del mismo color. Luego cubrieron parte de su cuerpo con una manta color bermejo que le llegaba hasta el muslo y una capa que tenía franjas de caracolitos marinos; después le calzaron sandalias preciosas y le colocaron en la mano izquierda una rodela blanca con cuatro piedras, y en la otra, un cetro a manera de corazón.

Luego, los cuatro pensaron en crear a la diosa de los mantenimientos, a la que llamarían Chicomecóatl.

Los dioses, unidos por tal idea, crearon a una mujer bien hecha, con corona en la cabeza, cueyetl, huipilli y sandalias bermejas. En la mano derecha le colocaron un vaso y en la izquierda una rodela con una flor grande, pintada. Esa era la diosa de los mantenimientos, tanto de lo que se come, como de lo que se bebe.

Esa sería la primera diosa en hacer pan, manjares y guisos. Sería la diosa de la fecundidad de la tierra, pero también de la fecundidad humana.

La fiebre de los cuatro dioses creadores era insaciable. La pareja divina vivía de asombro n asombro. Los hijos realizaban, en verdad, una obra fecunda.

Ellos crearon a Tlazoltéotl, diosa de la basura, la que tendría dos funciones. Una sería como diosa de la fecundidad de la tierra, ya que la basura aumentaría la fecundidad de los campos; ella sería madre de la tierra. Pero también sería puramente deleitosa y sexual, pues con ello sería diosa de los amores carnales, los torpes amores que ella sabría perdonar si los delincuentes de actos sucios iban a confesárselos y después de cumplir con una penitencia ritual, ella se los perdonaría. Tlazoltéotl provocaría la lujuria e inspiraría apetitos carnales, ella sería la patrona de los partos y los nacimientos y a ella le correspondería dar el horóscopo de la criatura recién nacida.

Luego, los dioses le dieron una venda de algodón sin hilar, que llevaría en el tocado, decorada con dos malacates o husos y la nariz y la boca cubiertas con una mancha negra.

Y fue así como los dioses creadores forjaron nuevos dioses, que habitarían en los cielos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Bidxaá un cuento antiguo para niñ@s contemporáne@s

Hace unas semanas mi novia y yo estábamos planeando ir al teatro. Revisando en internet encontramos la página del Centro Cultural Helénico y como "la patria está pobre" optamos por ir a una obra que estuviese al alcance de nuestros agujerados bolsillos.

La obra que escogimos se titulaba "Bidxaá un cuento antiguo para niñ@s contemporáne@s"; en la sinópsis se hablaba sobre una niña llamada Zita, con  la habilidad de transformarse en piedra, rayo o girasol.

Asistir a esta obra fue una grata experiencia (ya de por sí con la compañía tan agradable de mi novia) pues se trataba de un cuento zapoteca (presentado por la compañía Espejo Mutable) en el cual se conjugan la actuación, junto con el manejo de un títere y la interpretación de música en vivo.

En un principio la historia gira en torno a Na-Tacha, una especie de curandera de su pueblo, Ixtaltepec, la cual nos lleva a conocer la sabiduría antigua, y a los demás personajes de esta historia. Vestida con una falda pintada como una sandía, nos invita a la feria de la Santa Cruz, a la par que muestra a la inquieta de Zita la manera de preparar un mezcal para conjurar a un Bidxáa (seres que vuelan a los sueños cuando duerme una persona, y purifican su alma).

La obra retoma la divertida tradición oaxaqueña de arrojar fruta a los espectadores, por lo que el público asistente deberá "ponerse buzo" para recibir la fruta en la mano y no un buen piñazo en la cabeza (sí, también hay piñas voladoras).

Quiero reconocer el trabajo actoral de Anick Pérez, quien da vida a 2 personajes muy distintos al mismo tiempo: Zita y Mingo. Lo mismo nos hacía reír y a los 5 segundos estar enfrascados en un terreno onírico-espiritual.

La música de Adrián López consiguió ambientar las acciones de los personajes, así como crear las atmósferas según lo requiriera la narración del cuento.

 Una obra para todo público que bien vale el boleto, recomendable y que está en sus últimas presentaciones.

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Tláloc el que hace germinar

Los dioses Tezcatlipoca, Camaxtle, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, decidieron crear nuevos dioses.

Era necesario que de aquella tierra recién forjada, nunca desapareciera su verdor y su esplendente belleza.
¿Pero, cómo hacerlo? ¿acaso con el agua salada del mar? ¿con las aguas que tenían cauce fijo? ¡Eso no  era posible!

Los lejanos bosques, la vegetación de los altos cerros, las campiñas sin ríos, la tierra de labor alejadas de las corrientes de agua, irremisiblemente se secarían sin el agua que cayera del cielo.

Por eso era necesario crear al dios del Vino de la Tierra.

Habiendo decidido tal cosa, los dioses no tardaron en concentrarse en su labor.
Aquello era un movimiento inusitado, un sorprendente afán de modelar sustancia, de dar forma placentera a la creación divina.

Poco a poco de las manos de los dioses fue surgiendo el nuevo señor, que era bien formado y a quien le pintaron de negro el cuerpo para que con ello se significara la nube tempestuosa; luego lo vistieron con los colores azul y verde, simulando el agua. Le colocaron en la mano una aguda vara de oro en forma de espiral para que significara el rayo.


En la cabeza le pusieron un tocado de plumas blancas de garza, que representarían a las nubes blancas, y sobre el rostro, una máscara de serpientes entrelazadas, que formaban un cerco alrededor de los ojos y juntaban sus fauces sobre la boca del dios, dándole un aspecto fiero, ya que en su mano estarían las inundaciones, las sequías, el granizo, el hielo y el rayo. Aquel dios iba a ser beneficio, pero también sería temido por su cólera, pues él sería señor de las aguas terrestres y del mar, enviaría el granizo, los relámpagos y las tempestades. Luego, los dioses decidieron adornarlo, por lo que le colocaron al cuello una gargantilla verde de piedras finas, túnica azul adornada con una red de flores, ajorcas de oro en brazos y piernas y sandalias azules.

¡Hermoso había quedado el dios de la lluvia y la vegetación!

Ese nuevo dios llevaría el nombre de Tláloc ­­­- el que hace brotar - , el vino de la tierra, “Él haría germinar las cosas”.

Después de admirarlo ampliamente, los dioses comprendieron que no estaba completa su obra, ya que a ese dios había que darle compañera. Y los cuatro hijos de los señores de Omeyocan, acordaron crear a la diosa de los lagos y los mares, a la que llamarían Chalchihutlicue, la de la falda de jade – Diosa de las Aguas -.

Y así, de sus creadoras manos surgió una figura femenina de gracioso rostro y finos contornos.

Era una diosa grata a la vista, y para hacerla más bella, le colocaron al cuello un collar de piedras preciosas con un medallón de oro, zarcillos de mosaico de turquesa y en el huipilli y cuéyetl azul claro, caracolitos marinos, y en la mano izquierda una rodela con una hoja ancha y redonda, hoja de planta acuática.

A esa hermosa diosa le dieron por flor predilecta el nenúfar, la blanca flor de los lagos; además, la calzaron con sandalias blancas.

Esa hermosa diosa creada por los dioses, sería la compañera del dios Tláloc, la que tendría poder sobre las aguas de los ríos y de los mares, la que podría ahogar a los que anduvieran en el agua, y ella acarrearía cuanto quisiera: tempestades y torbellinos, y si su deseo fuere así, hundiría las canoas.

Y terminada la creación del dios Tláloc y su compañera Chalchiuhtlicue, los cuatro dioses comprendieron qué bien habían aprendido de sus padres el difícil arte de crear.

sábado, 23 de octubre de 2010

Noticias en relación al reembolso por la cancelación del concierto de Therion.

Con respecto al reembolso por la cancelación del concierto de Therion y que tanta preocupación causó entre los seguidores de la banda porque no se sabía nada sobre la devolución de las entradas, parece que el asunto comienza a aclararse.

El Miércoles por la noche, en http://www.lastfm.es/user/EkoSysMusic/shoutbox apareció un mensaje en el que EkoSysMusic pidió disculpas al público y aclara que el reembolso está garantizado. Anunció que el reembolso se realizará el próximo 30 de Octubre en el punto de venta donde se adquirió el boleto. La misma fecha aplicará para aquellos que realizaron depósito bancario.





Por otra parte, en la página de superboletos referente al concierto http://www2.superboletos.com/wtweb/eventDetail_Edit.do?eventId=4590, se anuncia también la devolución del dinero, aunque no especifican la fecha a partir de cuándo, mencionan que la mecánica del reembolso para tiendas mister tennis (especificando el horario de Lunes a Viernes y de 11 a 20 hrs.) es presentandose en la tienda donde se realizó la compra. Para Tiendas HARD sólo especifica la dirección; para el Club VD+ proporciona el teléfono 5579 0679 a fin de conocer la fecha y lugar de la devolución; para los que compraron con tarjeta menciona que "Los reembolsos se harán automaticamente a su tarjeta de crédito y/o débito. (los tiempos de reembolso serán de acuerdo a los tiempos establecidos por el banco emisor de la tarjeta.)".


Por el bien de las empresas y de los seguidores esperemos que este asunto realmente tenga un buen fin, recordemos que algunos seguidores de la banda ya habían iniciado procedimientos de demanda por medio de PROFECO (lo cual es correcto en casos como este) a causa de que nadie se hacía responsable de la devolución de las entradas.

Ahora, hay que señalar que la propia PROFECO señala en su revista electrónica en su artículo sobre cancelación de conciertos (http://revistadelconsumidor.gob.mx/?p=2328) que el comprador puede exigirle al proveedor una compensación del 20% por la Ley Federal de Protección al Consumidor (como se especifica en el video de la dirección ya mencionada), aunque en este caso la mayoría nos contentaremos solo con que nos devuelvan las entradas, lo cierto es que estamos en nuestro derecho de exigirlo. Yo alentaría a las personas que vinieron desde muy lejos a que lo exigieran pues por lo menos esa compensación amortiguaría en algo el gasto que hicieron de pasajes y hospedaje.

El video lo pueden checar aquí:


Al final parece que se vislumbra luz al final del tunel.

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