domingo, 20 de septiembre de 2009

El mundo mágico de los dioses del Anáhuac - Los hijos de la pareja divina

En un hermoso lapso, la señora Ometecihuatl fue en busca de su compañero, y henchida d alegría y dulzura le dijo:
–¡Compañero mío, dios Omnipotente, esencia de mi ser, tu sustancia y mi sustancia, nuestra dual existencia ha florecido cuatro veces, cumpliéndose así la ley de los eterno!

Y ante el asombro del dios Ometecuhtli, la señora Ometecihuatl le explicó que su amor, ese amor que alentaría por siempre en el espacio y en el infinito, se había multiplicado cuatro veces, generando cuatro dioses de sus sustancias.

Y el dios fue conducido hasta donde en cuna de luz y mantas de nube, reposaban los cuatro nuevos dioses del Omeyocan.

Al contemplarlos Ometecuhtli aseguró:
–¡Estos son mis cuatro hijos amados, esencia de mi esencia! Los cuatro tendrán señorío distinto. Yo dividiré al mundo en cuatro puntos que llamaré cardinales, y ellos serán los dioses de la dirección central de arriba abajo. Todo lo que mi fuerza creadora construya quedará agrupado en cuatro grupos o reinos, y llevarán el nombre de Norte, Sur, Este y Oeste. Y en cada uno de estos reinos reinará uno de mis hijos. También en honor de ellos crearé cuatro colores distintos, el negro, el rojo, el azul y el blanco. Y cada uno de mis hijos, esencia divina, será señor de uno de ellos.

Y como la señor Ometecihuatl preguntara cómo serían nombrados, el dios creador aseguró:
–Éste que es el primero de mis cuatro hijos se llamará Tezcatlipoca –espejo que humea–. El será dios todopoderoso, multiforme y ubínico, dios protector. Será el bien y el mal, el espíritu y la materia, será el dios providente, será como el aire impalpable y estará en todos los lugares y sabrá el pensamiento de todos los seres. Su color será el negro y su punto el Norte. El constituirá la astucia del mundo.

Luego se acercó el Creador a donde reposaba su segundo hijo, y al verle rojo, el dios le llamó Camaxtle.
Etimología incierta, hombre desnudo, será valeroso y él simbolizará la fuerza. Su color será el rojo y su punto cardinal el Oeste. Este hijo blanco, el tercero, será representación de lo hermoso, lo precioso, señor de la vida, de la sabiduría. Su nombre, Quetzalcóatl, quiere decir serpiente emplumada, culebra preciosa. Su color será el blanco y su punto cardinal el Este, y representará la inteligencia.

El dios creador se acercó luego a la cuna donde reposaba el último de sus hijos, observó que si bien sus otros hijos habían nacido sanos y fuertes, éste último había nacido sin color definido y sin carnes. Era un esqueleto, un pequeño esqueleto.

El dios queda silencioso ante la presencia de ese raro ser, mas al fin exclama:
–¡Omiteotl –dios huesos–: Este hijo será grande y glorioso, se llamará Huitzilopochtli, que quiere decir –colibrí zurdo– cosa preciosa, será el hombre fuerte de nuestro mundo, será robustísimo, de gran fuerza y muy belicoso. Este hijo descarnado y feo, será de gran fortaleza y destreza. Su color será el azul, su mundo el del Sur. Será siempre temido y él constituirá la voluntad!

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